Con un espacio mínimo, este pequeño jarrón, en forma de cubo y apoyado sobre una de sus esquinas, logra un equilibrio perfecto que da un protagonismo absoluto a la ramita que alberga en su interior. La pieza invita a apreciar la delicadeza de un solo elemento, evocando la estética del ikebana japonés, donde cada rama es tratada como una obra singular, destacando la belleza en toda su simplicidad.